En “El
pequeño discurso del grito”, Mairym Cruz Bernal, poeta puertoriqueña dice:
“La
palabra es un arma, sirve para anunciar y denunciar, develar lo oculto, entrar
por los recovecos de nuestra cárcel y hacernos libres. Porque cuando se nombran
las cosas, las cosas comienzan a despertar”.
Y entonces nombra las cosas: dice mujeres
violadas por su elección sexual, dice mujeres asesinadas y desplazadas por la guerra, dice mujeres
abandonadas…nombra la masacre de Nankin una de las mayores masacres acometidas,
donde la gran mayoría de victimas fueron mujeres. Pero… Nanking donde queda? ¿Que
pasó allí?, busco y encuentro unas fotos de mujeres que me trasladan
inmediatamente al horror del parque Nacional y estoy en Bogotá y estoy en
Colombia, donde una mujer esta presa por escribir versos, somos tan dados a
mirar lo que pasa afuera…
Uno empieza a darse cuenta que las cosas
nombradas se repiten en muchas partes
del mundo: no hace demasiados años en España muchas mujeres permanecían presas con
base en leyes franquistas: por adulterio, aborto, prostitución o lesbianismo.
Cuando Doris Lessing ganó el premio nobel
en el 2007, los académicos suecos dijeron que había sido concedido por "su capacidad para transmitir la épica de la experiencia
femenina”, pero lo que ella ha expresado en su obra de manera magistral es una
experiencia universal, “porque no solo
el hombre, es la medida de todas las cosas, la mujer también. Lo que encontré personalmente con la lectura
del cuaderno Dorado fue una mujer escritora que busca dilucidar las relaciones
que se dan entre los seres humanos, entre ellas, las relaciones de dominación y
allí nombra la mujer en una época en que el movimiento feminista no había
iniciado, habla de mujeres fracasadas pero no vencidas, que
expresan su deseo de continuar “empujando la roca a la cima de las montañas”,
porque las mujeres han sido acechadas y reprimidas desde siempre. Busca
dilucidar las relaciones entre hombres y mujeras porque sabe que algo no
funciona, porque quiere encontrar la manera de que sean igualitarias.
Una vez una feminista radical se enojó
porque regalé flores el día de la mujer a las mujeres que trabajaban conmigo. A
cada una le entregué una flor y un
rollito de papel escrito, amarrado con una cinta. Estaba en el Amazonas, la flor era una flor de la selva, la habíamos
traído de un potrero donde crecían libres y habían muchas, un indígena tikuna
me ayudó a cortarlas pues su tallo era muy grueso yfuerte, tenía unos colores
muy vivos y hermosos. A mi me pareció una metáfora de la mujer, de su fuerza, de la manera como emerge a la vida cuando se
decide a hacerse dueña de si misma. El texto que entregué era de ängeles
Mastreta, se llama “La mujer es un misterio” y hablaba de cuánto pesa a las mujeres buscarse un destino distinto al
que se previó para nosotras, de la fuerza de la mujer y de sus logros y de su
búsqueda de identidad. Somos diferentes de los hombres y eso es
maravilloso. Y también hay que regalarle flores a los hombres, porque ellos también son bellos aunque les falte intuición, aunque los
encontremos sorprendidos con el gesto y no entiendan nada.
Nombro tres mujeres empujando la piedra
cuesta arriba, sólo tres ejemplos entre muchas, entonces empiezo a nombrarme yo misma, busco
una mujer y ayudo a empujar su roca, ahora veo muchas mujeres, la roca ya está en la cima. Las veo cansadas y
felices, al lado de los hombres. Juntos
engendran “una nueva generación de amadores y soñadores”, están construyendo el
mundo de las mariposas y los colibrís, denunciando y anunciando para protegerse
de la muerte y anunciar la nueva vida. Me nombro, soy una más empujando la
roca, escribo palabras para anunciar la nueva vida: mujer, fuerza, flores,
mariposas, colibrís iridiscentes…libertad.
Y las cosas comienzan a despertar…