Debe haber un poema que hable
de ti,
un poema que habite algún
espacio donde pueda hablarte sin
cerrar los ojos,
sin llegar necesariamente a la
tristeza.
Debe haber un poema que hable
de ti y de mi.
Un poema intenso, como el mar,
azul y reposado en las
mañanas, oscuro y erizado por las noches
irrespetuoso en el orden de
las cosas, como el mar
que cobija a los peces y
cobija también a las estrellas.
Deseo para ti el sencillo
equilibrio del mar, su profundidad y su
silencio,
su inmensidad y su belleza.
Para ti un poema transparente,
sin palabras difíciles que no
puedas entender,
un poema silencioso que
recuerdes sin esfuerzo
y sea tierno y frágil como la
flor que no me atreví a enredar
alguna vez en tu cabello.
Pero qué difícil es la flor si
apenas la separamos del tallo dura
apenas unas horas,
qué difícil es el mar si
apenas le tocamos se marcha lentamente
y vuelve al rato con
inesperada furia.
No, no quiero eso para ti.
Quiero un poema que golpee tu
almohada en horas de la noche,
un poema donde pueda hallarte
dormida, sin memoria,
sin pasado posible que te
altere.
Desde que te conozco voy en
busca de ese poema,
ya es de noche. Los relojes se
detienen cansados en su marcha,
la música se suspende en un
hilo donde cuelga tristemente tu
recuerdo.
Ahora pienso en ti y pienso
que después de todo conocerte
no ha sido tan difícil como escribir
este poema