Sobre el quehacer literario

Emilio Carril comparte sus 15 mandamientos literarios

•  Lo que digas de un libro dirá más de ti que del texto

•  La buena literatura es la creación de buenos personajes. El escritor debe convertirse en el mejor de los suyos, claro está, siembre cimentándolo en la autenticidad y la honestidad.
•  Vive tu vida literaria como si esta fuera a desaparecer cuando mueras. O sea, preséntate, dialoga, discurre, comenta, lee en público.
•  Asegura el futuro de tus archivos, muchos de nuestros grandes libros yacen decatalogados o en manos de usureros e insensibles como albaceas.
• Si vas a competir en algún certamen literario para el que estás preparado para ganar, recuerda prepararte también para la eventualidad de perder.
• Conviértete en un adicto de la lectura. Analiza, critica, deconstruye, pero no olvides sacar tiempo para la lectura recreativa; es agradable conocer el mundo interior de un escritor.
• No busques el halago fácil, pero tampoco aceptes el insulto gratuito. Nunca ofrezcas el halago fácil, tampoco otorgues el insulto gratuito
• Ve a las presentaciones de tus colegas. Apoya al que empieza en las lides, pero nunca olvides o degrades a tus maestros.
• Saca parte de tu presupuesto para comprar los libros de tus colegas, si alguien tiene el detalle de regalarte el suyo, compra otro ejemplar en señal de solidaridad. De otra forma, no te quejes de la raquítica industria del libro insular si tú tampoco la apoyas.
• Aprende a cernir tus gustos y valores, de los méritos de un texto. 
•  Rompe las reglas por conocimiento, no por ignorancia. 
• Respeta los premios literarios como si te lo hubieras ganado, pero recuerda que muchos de nuestros grandes escritores jamás ganaron uno.
• Sé solidario con tus amigos, se solidario con tus no-amigos, se solidario siempre.
• El mejor recurso literario de un ser humano debe ser la amabilidad.
• Apuesta a tu trabajo, a tu estilo, a tu discurso, para esto, debes poder definir el mismo de acuerdo a muchas horas de lectura profunda en la que no vas a descartar las nuevas tendencias ni el maravilloso universo de los clásicos.