sábado, 22 de junio de 2013

Aroma a felicidad

Aroma a felicidad                                                                                                                        Mariposa




Su mujer lo sorprendió con los ojos entornados, aspirando profundamente el olor  de sus manos. Hacia varios meses se comportaba de una manera extraña: miradas y respuestas evasivas y ahora ese extraño gesto. Todo, todo lo delataba.

 Él le confesó que hacía un mes se había despedido para siempre de ella y ya no se volverían a ver. Pero ese aroma de tibio líquido ambarino, como el más fino perfume, estaba impregnado en sus manos. 


Recordó nuevamente esa noche, el cálido trayecto de sus dedos hacia su pequeño tesoro y, una vez allanado, ella como un  manantial, completamente húmeda y feliz.  Definitivamente, ese aroma a madera olorosa, a agua salada de mar, se había quedado en su centro, en su profundidad. Entonces supo que ella nunca se había ido y que había llegado el difícil momento de la partida.





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